El viaje comienza en Salta, entre calles coloniales, peñas con zambas y un brindis con torrontés al atardecer. Desde allí, la ruta conduce a los Valles Calchaquíes, con pueblos como Cachi y Cafayate, donde la calma y los viñedos invitan a detenerse. El camino se abre paso por la Quebrada de las Conchas, con formaciones imponentes como el Anfiteatro y la Garganta del Diablo, hasta llegar a Tucumán, donde las Ruinas de Quilmes recuerdan a los pueblos originarios.

De regreso en Salta, el recorrido avanza hacia el norte: las verdes Yungas dan paso a la Quebrada de Humahuaca en Jujuy, con pueblos llenos de color como Purmamarca, Tilcara y Humahuaca. Finalmente, el viaje culmina en el Salar Grande, un desierto blanco y silencioso que regala postales inolvidables y la certeza de que esta experiencia queda grabada para siempre.